EXPRESIONES DE SEVILLA

La canal. Hendidura entre los pechos de la mujer. “Tengo un dolor aquí en la parte de la canal”.

Trinqui. Tomar una copa o darle un tiento a una bota de vino. “Tómate un trinqui”.

Pirriaque. Cualquier bebida alcohólica, sobre todo el vino. “A ese no veas como le gusta el pirriaque”.

Algofifa (aljofifa). Felizmente desterrada por la fregona, una de las mayores liberaciones de la mujer, que era penosísimo verlas fregar los suelos de rodillas con la algofifa.

El guardia de La Campana. En Sevilla era el sustituto natural de Rita la Cantaora. “Eso lo va a hacer el guardia de La Campana”.

Geñío. Dolor repentino e intenso.

Arrear un viaje. Dar un golpe fuerte a otra persona, animal o cosa o a uno mismo.

Andarique. Artilugio consistente en un bastidor de tabla alargado, levantado del suelo a la altura de la cintura de un niño de sobre un año de edad y con una hendidura a lo largo de los dos travesaños mayores por el que se deslizaba una tabla cuadrada con un agujero en el centro en el que se encasquetaba al niño con más holgura o apretura, dependiendo del niño, para que aprendiera a andar. Llegado a uno de los extremos, el angelito se tenía que dar la vuelta sobre sí mismo y caminar para el otro lado. Y a menudo se pillaba los deditos de las manos, que el que lo inventó como muchas luces no tenía. Juro que haberlo usado yo mismo es el primer recuerdo que conservo vivo en la mente.

Desaborición (malajá). Cosa desagradable.

Guarrazo. Porrazo que se da alguien al caer, que es como lo define perfectamente la RAE.

Jardazo. Sinónimo de guarrazo.

Fleje. Creo que así se denominaba también a la pieza metálica que recogía el pernil del pantalón de los ciclistas para evitar que se manchara o trabara en la cadena. Por dio, por dió, si no es ese el nombre y alguien se acuerda, que me lo diga, que no estoy seguro y ando rabioso y en un sinvivir por saberlo con certeza.

Tener más mierda que el catre de un nono. Desconozco si el tal nono era persona, animal, cosa o espíritu.

Cerote. Cera con que preparaba los cabos de coser el zapatero remendón, que como no quedan… ya nadie echa medias suelas ni unas tapas a los tacones de los zapatos.

Endeve. En vez de.

Pochicle. Un polo de helado.

Desjalazar. Destrozar. “Se ha caído de la bicicleta y se ha desjalazao”.

Cagalugares. Persona que cambia frecuentemente de sitio.

Collejas. Verdura que se recogía del campo sin cultivar y que al cocinarla se reducía tanto que era común el dicho “se ha quedado en nada como las collejas”.

Sardineta. Golpe seco y de refilón con los dedos índice y corazón que se le daba de arriba abajo a alguien en el culo. Dolía tela.

Follar. Quieto ahí, que nadie se alarme ni se soliviante, que no es lo que parece. Se decía cuando alguien se peía sin hacer ruido. Detectado el ataque biológico por las nasales de los agredidos, se decía “¿quién se ha follao?” Y nunca había sido nadie.

Seco (delgado). Expresión típica era: “más seco que los trastos de una era”.

Dormir en el palo de la mona. Dormir en el filo de la cama porque la pareja no le deja espacio.

Coser para la calle. Dado que la profesión de modista era netamente femenina -los sastres eran otra cosa-, esta expresión se utilizaba para señalar a alguien como mariquita; “ese cose para la calle”. Los modistos actuales no han hecho más que corroborarlo.

Chichirivaina. Un don nadie, un tonto pelao.

Jopo (cola). Para que alguien que estaba estorbando cuando la mujer estaba limpiando se levantara de la silla se le decía “levanta el jopo”.

Andoba. Se dice de quien hace algo que no nos parece bien, por ejemplo, “dónde irá a estas horas el andoba ese”.

Juanbreva. Aparte de un cantaor flamenco, aunque separado, Juan Breva, cojonato, persona demasiado tranquila.

Endilgar. Referido a animal o cosa, golpear. Referido a persona, cargarle con el muerto.

Churrimindángano. Cosa hecha de forma chapucera que no vale para nada.

Ennortao. Alelao.

Alma de cántaro. Inocentón.

Pejiguera. Incordiante de pesado que es.

Engorilao. Obcecado. El que se pasa tiempo y más tiempo con el mismo asunto.

Lacha (vergüenza, apuro). “Me dio lacha decirle que no” y también de alguien que ande de vergüenza más raspao que la espalda de un violín,  “qué poca lacha tiene”.

Calentura dormilona. Cuando alguien se despierta con un herpes en el labio se dice que es por una calentura dormilona.

Randa (golfo). Niño, zagal u hombre sin ley.

Pelgar (desvergonzado). Viene a ser sinónimo de randa.

Zorzal de vallao (fresco, desahogado). El que hace lo que le da la gana sin importarle lo que piensen de él.

Vente cormigo. Es frecuente convertir las eles en erres, pero este es uno de los casos singulares en que se convierte la ene en erre.

Pítima (idea fija, obsesión). Se suele decir en expresiones como “iba yo con la pítima de…”.

Vecera (clienta habitual de un establecimiento). La expresión la usaban las propias clientas: “yo soy vecera de la tienda de fulano”. Deduzco que procede de la acción de pedir la vez.

Rempujón (empujón que surte efecto). Es un empujón que produce la caída o al menos un tambaleo claro.

Farfolla. Hoja seca de la mazorca de maíz que se usaba como relleno de los colchones.

Apontonca (lo correcto es apontoca). Se usa cuando alguien ayuda en algún trabajo y le dicen “apontonca ahí”, que significa que sujete.

Chinote (china). Munición del tirador.

Tirador (tirachinas).

Gorriato (gorrión). Al igual que chinote y tirador se usaban estas palabras por entenderlas más bizarras, las otras nos resultaban afeminadas.

Cobertor. Manta suave. Había mantas suaves, el cobertor, y mantas bastas, algunas, como las del ejército, marrones con una banda blanca y flecos en los extremos superior e inferior, eran más bastas que un cernaero (cernadero), además de lo incómodos de los flecos que te despertaban haciéndote cosquillas en la nariz.

Zalea. Piel de cordero que se usaba como la última manta o cobertor sobre la cama cuando hacía un frío que pelaba.

Compañones. Fórmula universal de la que se valía el pueblo llano ante los médicos para referirse a los testículos, palabra esta última que era poco conocida.

Arruchar (dejar a alguien sin un céntimo). Esto se usó en un tiempo en el que no se hablaba de los mercados financieros ni de las agencias de rating, que son los que actualmente nos tienen arruchaos a todos.

Vosotros ustedes. Expresión universal andaluza que conoce el resto del país y que les llama mucho la atención. Es una fórmula que a mi entender expresa confianza y respeto a la vez.

Sube parriba – baja pabajo – entra padentro – sal pafuera. Expresiones redundantes pero que las hacen menos secas e igual o más imperativas.

Infórmenes. Además de incorrecto, convierte una palabra llana en una esdrújula. Quien cae en su uso es muy difícil que salga de él.

Arvellana (avellana). Al igual que “infórmenes”, para que veamos que los andaluces no siempre nos comemos letras.

Pujiede (quejica, llorica). Ese niño enfurruñao al que no hay forma de entrarle porque sólo dice “que no me hables”, “que me dejes”, “¡déjame!”.

Intérvalo (intervalo). Otro cambio de llana a esdrújula por bulerías.

Trocha (atajo). Nadie usaba la palabra atajo, demasiado repipi, todo el mundo decía, por ejemplo, “vete por la trocha”.

Embarnecío (engordado). Por ejemplo “hay que ver lo que ha embarnecío el niño…”.

Talega. Palabra archiconocida y usada toda la vida hasta que se hicieron de uso cotidiano las bolsas de plástico no hace tanto, que aunque creamos que han existido siempre, se introdujeron en los años setenta y parece que pronto desaparecerán, por lo que es posible que la talega vuelva a estar de actualidad a no tardar.

Tenguerengue. El diccionario de la Real Academia de la Lengua la define perfectamente: en equilibrio inestable. No está firme, pero no se cae.

Escamondar. Lavar a fondo. Por ejemplo, cuando dice la madre “llegó el canalla (refiriéndose al niño) que le tuve que dar un escamondao…”.

Pitera. Herida causada por una pedrada. También se usaba para referirse al agujero de un globo pinchado.

Verijas (ingles, sin acento en la e, que eso es un natural de Inglaterra o su idioma). Se decía de una mujer que llevara la falda muy corta: “lleva la falda que se le ven hasta las verijas”.

Bolsa de piñones. En Lebrija es lo que alguien pide cuando compra una bolsa de pipas.

Hueso cuqui (coxis o cóccix). Las palabras correctas son tan complicadas de pronunciar para un andaluz que está más que justificada su mutación.

Hocino (hoz). Nadie decía hoz porque la zeta final no la pronunciamos y las únicas opciones que quedaban eran “o” (¿o, qué?) o bien “o” aspirada, o sea, como “jo”, que por otra parte se confundiría con una interjección.

Hostiao (atontao). Por ejemplo, “éste está hostiao perdío” (para mejor comprensión, póngasele cara, por ejemplo, de presidente de gobierno o jefe de la oposición).

A mano vuelta. Se decía, por ejemplo, “te voy a dar a mano vuelta” o más aún, “te voy a dar un revés a mano vuelta –y no se conocía aún el tenis-“.

Apamplao (alelao, así todo junto, no confundir con “al helao”, que te preguntan inmediatamente ¿de nata, chocolate o vainilla?).

Cachas. Dos significados posibles y claros para todo el mundo: las dos caras del mango de la navaja y los muslos de las mujeres.

Matraca. Trompo viejo y sin púa que se colocaba en el centro del redondel para tirarle a romper en el juego del trompo.

Pollita. Niña.

Fuera de culero. Se decía del niño que ya se valía por sí mismo y no había que llevarlo de la mano.

Penca. Parte superior del glúteo (me oyen definirlo así y me matan). Se decía, por ejemplo, “tengo un pellizco cogido en la penca”, o sea, que tiene un problema de pinzamiento del nervio ciático.

Los vacíos (cavidad bajo las costillas). Expresión correctísima que se usa en medicina, que antes utilizaba todo el mundo y ahora no: “tengo un dolor aquí en los vacíos”.

Volantón. Chaval que está dejando de ser niño y empieza a salir solo con sus amigos.

Viejo pellejo. Recriminar a alguien por alguna manía que tenga, haciendo especial hincapié en su condición de viejo.

Cuarto y mitad. Al igual que la mitad del cuarto, eran fracciones de kilo que se usaban a diario en la compra.

Ni una lata. No tener dinero o al menos no suelto en monedas. ¿Tienes dinero? o ¿tienes suelto? Ni una lata.

Papel de estraza. De uso cotidiano para envolver alimentos y todo tipo de objetos, había tantos en cada casa como hoy bolsas de plástico.

Chuchurrío. Palabra que permanece en uso y que maravilla a los que la oyen fuera de Andalucía. Por descontado es mucho más expresiva, bonita y sonora que su sinónima “ajado”.

Tabardillo mal curao. Se dice de alguien revoltoso que es un incordio.

Tabardo. Ropa de abrigo por excelencia, basta, pero que abriga.

Katiuska. En una época nadie decía botas de agua, sino katiuska.

Bizco Pardá. Personaje de Sevilla del que se hicieron tantos chistes como hoy de Lepe.

Vistosona. Mujer de buen ver, idealmente tipo guitarra española.

Apupío. Grito estentóreo. Expresión muy corriente, “salió dando apupíos”.

Regaera (tonto, simple). ¿Dónde vas, regaera?

Camballá. Andar tambaleante del borracho cuando está parado y de pronto da un arreón que termina desviándose hacia un lado u otro.

Pínfano (pífano).  Expresiones habituales eran “todo el día con el pínfano –radio- puesto” o “todo el día tocando el pínfano –cualquier instrumento sonoro de viento-”.

Cotuvía. Se dice de una mujer que se encuentra apocada, acobardada y encogida por frío o enfermedad. «Está hecha una cotuvía».

Estar en choclera. Estar recogido en casa de las inclemencias del tiempo y preferiblemente ya metido en la cama.

Lorito. Ventilador pequeño. “Pon un rato el lorito, que nos vamos a freir”.

Fau (falta en fútbol, del inglés fault). La aplicábamos sólo cuando dos jugadores le entraban a la vez a uno del equipo contrario. Las otras infracciones también eran falta (y en inglés, fault), pero no fau.

Cantina. Bar de lugares públicos, especialmente en las estaciones de tren y en los cuarteles. Lo mismo en cualquier otro sitio podía ser bar o taberna, pero no cantina.

Arrejuntar (reunir). No son exactamente sinónimos porque arrejuntar significa reunir por uno mismo, mientras que alguien puede mandar reunir, pero no arrejuntar.

Arrejuntarse (unirse en pareja sin contraer matrimonio). Sinónimo de “arrebujarse”. Como se ve, un significado totalmente distinto al anterior de arrejuntar.

Morirse de repente. Se decía cuando moría alguien de forma fulminante sin que padeciera ninguna enfermedad grave: «oye, se ha muerto de repente».

Zanquisperro. El que no para en todo el día de ir de un sitio para otro.

 

Hasta aquí por ahora. Si ha lugar y sigo recogiendo vocablos, serán objeto de una posterior entrega.

 

Condió (adiós).

vía: http://elvigiadelsur.blogspot.com/

 

 

septiembre 27, 2011

  • Ji hombre: Es un “sí, claro”.

    ¡Fite!: Contractura de “fíjate”

    Jartible: Ejemplo “mira que jartible”.

    Mi arma: Mi alma. Aunque en realidad no se usa tanto como se cree.

    Mascá: Ejemplo “Te viá dá una masca”.

    Guarrazo: Porrazo que se da alguien al caer.

    Lorito: Ventilador pequeño.

    Apalancao: Sin ganas de moverse.

    Arrecío: Con mucho frío.

    Cacharritos: Atracciones de feria.

    Cansino: Pesado.

    Sieso: Antipático.

    Chinchar: Molestar.

    Chuminá: Tontería.

    Engolliparse: Atragantarse.

    Capillita: Apasionado por la semana santa y sus procesiones.

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